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San Pedro y San Pablo

lunes, 29 de junio de 2009

El lunes 29 de junio la Iglesia Católica celebrará la fiesta de Pedro y Pablo. La costumbre de celebrarlos juntos vino del respeto que las iglesias sintieron por los dos discípulos de Jesús. No se discutió diciendo cuál de ellos fue superior al otro, porque las primeras comunidades los veneraron juntos. Ambos se entregaron al Señor, pero no en formas iguales.
Pedro fue discípulo por tres años. Pablo siguió a Jesús, movido por visiones, recién después de la muerte de Cristo en la cruz.
Sin embargo, Pedro y Pablo fueron distintos entre sí, tanto en sus caracteres personales como en sus conceptos del Resucitado y en sus trabajos con las comunidades cristianas. Pedro fue el principal entre los Doce que vivieron con Jesús durante los tres años de su ministerio público. Pablo no conoció a Jesús en la tierra, pero lo vio en algunas apariciones de Jesús posteriores a su crucifixión. Ambos discípulos abrazaron la fe que les llegó de las manos del Señor.
Los dos discípulos se conocieron personalmente, pero no se reunieron con mucha frecuencia ni trabajaron juntos. No era fácil encontrarse en las regiones lejanas de Europa y Asia Menor, donde nació el cristianismo. Además, parece que se formó una barrera personal entre ellos. Una carta de Pablo que menciona a Pedro parece mostrar que no llegaron a ser grandes amigos.
Según Pablo:“Cuando Pedro vino a Antioquia me enfrenté con él cara a cara, porque era censurable. Pues antes de que llegaran algunos hermanos de parte de Santiago, Pedro comía con los no cristianos. Pero cuando llegaron se apartó de ellos, por vergüenza y miedo a los judíos. Algunos otros hermanos actuaron igualmente, hasta el punto de arrastrar a Bernabé a la simulación” (Gálatas 2:11-13).
El conocimiento de estos elementos ayuda a recordar que los discípulos que vivieron con Jesús y lo siguieron eran tan humanos como todos los hermanos del resto del mundo. Y que la humanidad, en los veinte siglos transcurridos desde entonces, no ha cambiado mucho. La lectura de la Biblia nos muestra que la raza humana es muy parecida a sí misma desde el tiempo de Adán y Eva.
Ese descubrimiento muestra que la humanidad no ha cambiado notablemente en muchísimos siglos. Pero los actuales seres humanos bien formados pueden ser reconocidos sin dificultad. Este es un pensamiento positivo, porque sugiere que, a pesar de todo, seguimos siendo capaces de reconocernos y aceptarnos los unos a los otros. Es decir, el odio y la guerra pueden ser vencidos por la humanidad.

Fuente: Por Oscar Uzín Op. - Columnista http://www.lostiempos.com/

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